20 de diciembre de 2010

El viejo mimeógrafo

Este seguramente es un recuerdo común de muchas parroquias a lo largo de la isla. Se trata de la impresión de boletines parroquiales, cantorales, cursos de formación, y otras pequeñas iniciativas eclesiales locales. Entonces (hablamos de los años 70 y 80) no había otros medios técnicos para esto aparte de una máquina de escribir y un mimeógrafo. El texto se tecleaba en una matriz de papel (conocida como esténcil) y de allí se llevaba al mimeógrafo donde se reproducían las copias. 

 Ejemplo de trabajo en mimeógrafo de los años 80.

¡Ah, qué gratos recuerdos! De tardes o noches pasadas en la Iglesia, dándole a la manigueta del viejo mimeógrafo, el olor suave y dulce de los esténciles, los embarros de la tinta, el ordenar las hojas de acuerdo a su numeración y presillarlas, la alegría del producto terminado… Aquellas “pequeñas gran obras”, que todavía húmedas de la impresión acomodábamos y preparábamos con orgullo para distribuirlas después entre los miembros de la parroquia.

Cuántas cosas se hicieron de esa forma, si se quiere primitiva, burda o artesanal, pero la única manera disponible que tuvo la Iglesia por muchos años. ¡Cuántas iniciativas, buenas obras, oportunidades se forjaron en estas modestas hojitas impresas en los mimeógrafos! Y a cuántas personas diferentes llegaron estos mensajes, en una época en que las alternativas de información y/o formación eran mínimas.
 Otro ejemplo de trabajo en mimeógrafo.
¿Quién no recuerda la hojita “Vida Cristiana”, la decana de las publicaciones católicas cubanas? O los cantorales rústicos, presillados en “files” viejos o reutilizados. O los sencillos boletines parroquiales, recuerdos de primeras comuniones, de celebraciones importantes, de convivencias…

Con los años 90 vendrían las primeras computadoras e impresoras, y muchas de estas “ediciones” pasaron a confeccionarse con los nuevos medios, que obviamente ofrecían más posibilidades y con mayor calidad y rapidez. Las tiradas siguieron (y siguen todavía) limitadas, pero igual que las viejas hojitas amarillas de años anteriores, las nuevas publicaciones de la Iglesia cubana se difundían de mano en mano, se pasaban una y mil veces, y llegaban a muchas personas. Sólo Dios sabe el bien que estos “pequeños esfuerzos” hicieron en la vida de muchos… ¡Y sólo Dios sabe el trabajo que se pasaba para confeccionarlos!


En los próximos días queremos compartir con Uds. algunas imágenes de estos esfuerzos editoriales de la Iglesia Católica cubana. Y nos gustaría invitar a quien quiera que tenga alguna de estas “reliquias”, que nos mande copias electrónicas de las mismas, para con mucho gusto ponerlas aquí también. Que, de seguro, esto forma parte de la memoria histórica de la época.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cuánto amor, cuánta entrega, cuánto sacrificio! Y, casi siempre, de personas jamás reconocidas por nadie. Sí, cada hoja mimeografiada de aquellos viejos cantorales y otros materiales, tienen una impresionante historia de humildad y abnegación. Es muy importante no olvidar nada de esto, muy importante. Por favor, no dejen de recoger en el blog todo esto. Es una parte preciosa de nuestra historia. ¡Gracias!

Tere y Jose dijo...

Muchas gracias, Anónimo, por tu comentario y apoyo a nuestros modestos esfuerzos. ¡Tus palabras nos inspiran a continuar!