20 de diciembre de 2010

Sacerdotes MIsioneros en Cuba

A comienzos de los años 60 la Iglesia Católica en Cuba fue "desmantelada" en su casi totalidad. Al menos esa era la idea, y en esa dirección se movieron funcionarios, instituciones, esfuerzos y voluntades del gobierno de la naciente “Revolución” cubana. De súbito la Iglesia se vio sin colegios, sin acceso a medios de comunicación social, sin recursos económicos, y casi sin "recursos humanos". Probablemente esto último fue lo peor. A la significativa disminución de laicos que asistían a las parroquias (los motivos y presiones para esto fueron varios, pero en no nos extendemos en ese tópico ahora) se sumó la pérdida de sacerdotes y religiosos(as).

Se hubiera pensado que quizás en esta "tormenta perfecta" la barca de San Pedro naufragaría... pero ya fue escrito, hace 2000 años, que esto no sucedería (e.g. Mt 16: 18). La Iglesia en Cuba resistió estos embates, se afianzó, se adaptó a los nuevos desafíos, y continuó con su labor dentro de las posibilidades existentes.

Dentro del reducidísimo clero que se mantuvo en la Isla había muchos sacerdotes misioneros. Gran número provenía de Europa (especialmente España e Italia), aunque en años posteriores (décadas de los 80, 90 y nuevo milenio) también vendrían de muchos otros lugares, especialmente América Latina (Colombia, México, República Dominicana, etc). Semejante situación sucedió con las monjas -aunque ahora nos limitaremos a los sacerdotes, en próximo comentario nos dedicaremos a hablar de la extraordinaria labor que realizan y han realizado las monjas en Cuba. 

Estos sacerdotes extranjeros "echaron pie en tierra" con los laicos y clero cubano de entonces, y se consagraron como verdaderos Padres y Pastores a las diezmadas comunidades del momento. ¿Quién no recuerda su fortaleza y energía? ¿Su abnegada labor en todos los "frentes" eclesiales que fueran necesarios? ¿Su "acento" y manera de hablar el Español? ¿Los cuentos, cantos e historias de sus países de origen, tan lejanos en alcance para los cubanos? ¿Las confesiones con ellos y sus maneras de aconsejarnos y apoyarnos en nuestros cotidianos problemas? ¿Quién no recuerda su modestia, que no necesitaba de protagonismos o reconocimientos? Estos sacerdotes lo mismo enseñaron en los Seminarios de La Habana y Santiago, que prepararon Convivencias (otro tema para futuros comentarios) y cursos de formación, ayudaron en la construcción/re-construcción de templos, visitaron enfermos dondequiera que estuvieran... nada de nuestra vida les fue ajeno. ¡Ojalá y todos hubiéramos sido así!

Ciertamente que no todo fue perfecto con ellos, pero ¿quién no los recuerda con cariño? Allí estuvieron, callada y modestamente, en el difícil día a día, desgastándose con y para nosotros. Por años y años, y ante cualquier adversidad (económica, social, política) ellos se mantuvieron iguales. Siempre nos maravilló su resistencia, su negativa a partir a otros lugares más fáciles, con más comodidaes, con  menores exigencias. La mayoría se pasó años sin poder visitar a sus familias, en una época sin Internet o correo electrónico que aliviara las separaciones… No obstante, muchos hicieron de Cuba no sólo su segunda Patria, sino también la tierra en que desearon permanecer, e incluso morir y ser enterrados. Y verdaderamente muchos quedaron en Cuba, murieron y fueron enterrados allí. Pero su memoria quedó y está viva en todos nosotros. Y el agradecimiento a ellos y a su extraordinaria labor permanecerá para siempre.

Nos entristece mucho ver que, en estos tiempos, la mayoría de las noticias sobre los sacerdotes que circulan en la prensa mundial y el Internet son negativas. ¡Cuánto esfuerzo mal intencionado por desacreditar el sacerdocio! ¡Cuánto cebarse en los graves errores cometidos por unos pocos (aunque ciertamente errores abominables) para injustamente expandir la culpa a la inmensa mayoría del clero! ¡Cuánto aprovechar cada oportunidad para atacar fuertemente a la Iglesia Católica! En medio de esta avalancha de negativismo hacia la Iglesia y los sacerdotes, queremos levantar nuestra voz -ciertamente pequeña y no escuchada- para defender a esa mayoría de sacerdotes que han dado y siguen dando verdadero testimonio de Cristo. Como verdaderos pastores. Como los que conocimos en Cuba y recordamos en este comentario.

Queridos Padres, Uds. que abrazaron su vocación misionera y decidieron apostar con los católicos cubanos. Uds., que fueron sólido apoyo y sostén de todos nosotros. Uds., que contribuyeron a forjar las generaciones de creyentes que han vivido en los ultimos 50 años en Cuba. A todos Uds. (y a tantos otros que realizaron y realizan similar labor y esfuerzo en todos los rincones del planeta) les decimos: ¡GRACIAS! Y que Dios los bendiga siempre. Amén.

NOTA: Hace unos años Monseñor Emilio Aranguren escribió sobre estos acontecimientos, en una publicación católica cubana, y allí se refirió especialmente al tristemente célebre barco "Covadonga" y la lista de religiosos que fueron expulsados del país en él (si alguien tiene la cita exacta y/o una copia de este artículo le agradeceríamos nos lo hiciera llegar para proporcionar un vínculo al mismo).

No hay comentarios.: