20 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!

Nuestros recuerdos de las Navidades en Cuba son bonitos, aunque por más de 25 años (desde la fracasada “zafra de los 10 millones” hasta el año anterior a la visita del Papa) no fue feriado sino día laboral como otro cualquiera. Sin embargo los cubanos nos las arreglábamos, de una forma u otra, para celebrar la Navidad como mejor fuera posible. Yo recuerdo que muchos años nosotros faltábamos, intencionalmente, a la escuela ese día. Cualquier excusa era buena para contribuir a la celebración navideña.


En medio de carencias materiales, nuestra familia trataba siempre de tener un pedacito de carne de puerco para asar (el famoso “pernil”), junto al congrí, yuca y ensalada de vegetales. Y siempre que se podía se acompañaba de alguna bebida (¿recuerdan las botellas de vino “Cabernet” que venían del campo socialista?) o incluso adiciones “exóticas” como manzanas o turrones. Todavía el olor de la carne de cerdo asada nos recuerda la celebración de la Nochebuena, porque ése era el día del año en que mejor (y más) se comía ese plato en la casa.

Aparte de la comida, era igualmente importante la misa tarde en la noche, "la Misa del Gallo”.  La hora dependía de las posibilidades de cada parroquia, el sacerdote de turno y las costumbres particulares de cada pueblo, pero generalmente se trataba de celebrar cerca de la medianoche. Antes de la Misa se cantaban villancicos o los niños de la catequesis presentaban una obra de Navidad. Después de la Misa, siempre que se podía, se compartía un chocolate caliente, que en las frías madrugadas de Diciembre venía muy bien –especialmente cuando se compartía en comunidad. Durante la Misa las campanas repicaban con entusiasmo durante el canto del Gloria, y por un momento se llenaba uno los pulmones de energía y alegría para “gritar a los cuatro vientos” que era Navidad. A la noche siguiente, del día 25, volvíamos con gusto a la Iglesia para la celebración de la Navidad.

Todo esto, repetimos, se hacía en medio de días laborables, donde el país seguía como si nada hubiera pasado o mereciera celebrarse…  Pero el esfuerzo extra que esto suponía para los creyentes se asumía con gusto, porque era un tiempo de alegría el celebrar el nacimiento del niño Dios, porque Navidad es un tiempo especial de gracia.

¡Qué contraste con las celebraciones navideñas del mundo secular occidental! Aquí hay varios días feriados, las tiendas se mantienen abriendo (y vendiendo) las 24 horas del día, las emisoras de radio y TV trasmiten programas y películas relacionados con la Navidad. Pero muchos creyentes no van el 24 y el 25 a la Iglesia. “Es mucho trabajo”, “es mucho enredo”, “no tenemos tiempo”…

Peor aún, ahora se tiende a evitar la expresión “Feliz Navidad”. Dicen que no es “políticamente correcta”, que puede “dañar sensibilidades”, que hay que respetar las creencias (o ausencia de ellas, que parece ser lo más común) de otras personas. En el mundo anglosajón se usa cada vez más “Happy Holiday” (Felices Fiestas) o “Holiday Season” (Época de vacaciones) o inclusive se prefiere hablar de las “celebraciones de invierno”, “fiestas del solsticio”… ¿Adónde vamos a parar por ese camino? ¿Celebraciones astronómicas? ¿Dónde queda el Dios que viene a la Tierra para salvarnos? ¿Cómo puede ser eso una noticia “políticamente incorrecta”? ¿Por qué hay que esconderse de esa forma en la Navidad?

Desde que llegamos a Ottawa, nosotros hemos insistido (con cínica satisfacción, lo confesamos) en decir: Merry Christmas! (¡Feliz Navidad!) a todo el mundo. Y queremos invitarlos a Uds. a hacer lo mismo. Porque no podemos renunciar a nuestras creencias por miedo a que otros “se ofendan”. Porque la Navidad es tiempo de abrazar a Dios, no de negarlo para estar de acuerdo con las “últimas tendencias”. Porque si no lo hacemos nosotros, entonces ¿Quién lo va hacer?

Por eso, les deseamos a todos Uds., y a TODOS en este planeta una FELIZ NAVIDAD. Y que el niño Jesús, que vino para TODOS, nos acompañe siempre.

No hay comentarios.: