25 de julio de 2012

Ejercicios para el Alma

Mientras envejecemos, notamos como vamos perdiendo capacidades físicas -y más tarde mentales... Es parte de la vida, desde que nacemos empezamos a envejecer, y a caminar hacia nuestra muerte física... Temas que a muchos no les gusta conversar o incluso pensar mucho, pero que forman parte indisoluble de nuestras existencias.

Por supuesto, que hay muchas maneras de envejecer. Y también maneras de disminuir el envejecimiento. Ejercicios físicos, dietas, terapias anti-estrés, píldoras "maravillosas", expertos... Algunas de estas prácticas son verdaderamente una ayuda para nuestro cuerpo, otras son puro invento del mercantilismo... 

El problema es que la mayoría de las veces ni tiempo tenemos para estas cosas, abrumados como estamos (o como nos sentimos) con las prisas y complicaciones de la vida. Al menos esas son las excusas que usamos, para justificarnos a nosotros mismos que no estamos "en forma", que nos falta el aire si tenemos que correr un poquito, que hemos engordado unos kilos de más, que necesitamos comer aquel dulce...

Pero si fuéramos capaces de perseverar en el esfuerzo de ejercitar más nuestro cuerpo, aunque sólo fuera por unos minutos al día, veríamos tremenda mejora. La diferencia entre estar en forma o no es, al final, un tín de perseverancia y esfuerzo. No se necesitan grandes pasos, en tanto seamos capaces de avanzar un poquito todos (o casi todos) los días.

Igual nos pasa con nuestra vida espiritual. La diferencia entre una mediocre vida de fe y una vida más llena de Dios es pequeña. Si tan sólo nos decidiéramos a esforzarnos un milímetro más...