Queremos empezar una nueva “sección” para compartir riquezas. No, no se trata de donaciones al blog o de regalos de valor material. Lo que queremos compartir son cosas bonitas y buenas para el alma que hemos recibido, escuchado, leído o visto en cualquier parte. ¿Por qué quedarnos con estas “Semillas de Sabiduría” para nosotros solamente? Es mejor compartirlas con cuantos podamos. Por eso queremos también invitarlos a que nos manden sus riquezas que quieran compartir aquí. La “riqueza” de hoy la encontramos (escuchamos) en nuestra parroquia -Our Lady of Mount Carmel, Ottawa- durante la predicación del sacerdote en la misa de la Sagrada Familia. Aquí va la historia como la recordamos desde nuestra gastada memoria:
Un niño le pregunta al papá: “Papi, ¿cuánto tu ganas por hora en tu trabajo?”. El padre le responde: “Tu no necesitas saber eso”. Pero el niño insiste: “Anda papi, dime cuánto tu ganas por hora”. Finalmente el padre se rinde y le dice: “Yo gano 20 dólares la hora”. A lo que el niño replica: “¿Puedes prestarme 10 dólares?”. El padre, molesto, le dice: “¡Así que para eso era que querías saber, para pedirme dinero! Pues no, no te voy a dar nada”. El niño se calla y se retira a su cuarto. Esa noche, el padre se siente mal por la forma en que reaccionó con su hijo. Piensa que quizás el niño necesitaba comprarse algo con ese dinero y él se lo había negado. Finalmente decide ir a disculparse con él antes de que se duerma. Entrando al cuarto se acerca a su cama y le dice: “Hijo, discúlpame por la respuesta de esta mañana. Mira: aquí tienes los 10 dólares que me pediste”. El niño se levanta muy contento de la cama, busca su alcancía y regresa enseguida. “Perfecto”, dice, “con eso ya tengo los 20 dólares que necesitaba”. Y se vira al padre y le pregunta: “Papi, ¿puedo con estos 20 dólares comprar una hora de tu tiempo para que la pases conmigo?”.
Que en este día de la Sagrada Familia no nos olvidemos de dedicarle tiempo a nuestros seres queridos (hijos, familia, amigos) y de decirles que los queremos siempre.
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