29 de diciembre de 2010

ADORNOS NAVIDEÑOS

¿Nos hemos detenido a pensar alguna vez cuántos adornos diferentes compramos cada año por Navidad? ¿O cuántas opciones encontramos en las tiendas y que, por suerte, dejamos pasar?

Los adornos navideños no se deterioran mucho, porque solo se usan por pocos días. Se empaquetan bien y pueden durar años. Ésa fue la suerte que tuvieron los cubanos y la Iglesia en Cuba, ya que por muchos años no se vio en las tiendas nada que se pareciera a adornos navideños.
 
Así que, durante años y años, las familias guardaron como reliquias “las herencias” de los más entrados en años. O de los que se iban y les dejaban a familiares, amigos y hasta a la parroquia estos “preciosos regalos navideños”. Cajas de delicadas bolitas envueltas cuidadosamente para que no se rompieran, bombillitas e instalaciones. Los más afortunados recibían un nacimiento, que también se cuidaba con recelo. Y, si por curiosidad de los  más pequeños, descuido de los más grandes, o simplemente el paso de los años, se partían, entonces eran pegados con las más creativas e invisibles gomas. Por ejemplo: clara de huevo (ya que no había otra opción). La común goma de pegar que las abuelitas preparaban con harina y agua era muy gruesa para estos delicados menesteres.

Pero el tiempo siguió pasando, y a pesar del cuidado las cosas se fueron acabando. Así fueron surgiendo las “más creativas e ingeniosas ideas cubanas”. Los tubos de luz fría redondos cuando se fundían se guardan hasta cercana la Navidad para hacer lindas coronas blancas, entorchadas con papel rojo; pintado con mercuro cromo, rojo escarlata, un poco de acuarela seca o cualquier otra cosa que pudiera dar un tono rojo al papel que estuviera  mano.

Como adornos del arbolito, se usaron las más disímiles semillas: de casuarinas, de pinos, de arecas, cuescos de anoncillos, etc. Se “barnizaban” con “poliespuma” disuelta en gasolina.

Las manos más habilidosas lograron hacer flores de pascua con el papel usado por arquitectos para sus planos. Se “conseguía” por mediación de ellos y se pintaba. El verde para las hojas se inventaba con azul de metileno y bijol. Había quien era afortunado y podía usar colorantes reales.

Las bolas que se rompían se guardaban y machacaban cuidadosamente para hacer “escarchas”, que entonces se pegaban a los bombillitos fundidos. Así estos bombillos, aunque ya no se podían poner en las instalaciones, servían de todos modos como adornos.

A los arbolitos se les colgaba cualquier cosa que estuviera a mano: la cabecita de una muñeca rota,  los aretes más grandes y brillosos que quisiera donar la abuelita, pequeños juguetes plásticos (tractorcitos, avioncitos, cunitas, etc.).

También se pasó por la época de las “tapitas de leche”. Esto era cuando a los niños menores de 7 años se les vendía un litro de leche diario que se distribuía en botellas de cristal selladas con un material metálico a manera de tapa. Este sello podía venir en diferentes colores, que a lo largo del año se podían coleccionar y guardar para la época de Navidad. Así los arbolitos comenzaron a tener adornos “brillantes” en diferentes colores. Se hicieron campanitas, flores, estrellas, etc. Hubo quienes pudieron “conseguir” la tira metálica antes de que la máquina envasadora de leche las convirtiera en tapitas redondas. De esta forma surgieron más posibilidades creativas: ¡se podían incluso hacer guirnaldas! Demás está recordar los muchos dedos cortados, durante estas “labores artísticas”…

Pero el tiempo seguía pasando y los arbolitos eran cada vez más oscuros, porque no había forma de reponer los bombillos. Llegó el momento en que sólo se podía poner un bombillo incandescente grande en la parte de abajo, enfocado hacia arriba, para tratar de iluminar completo al árbol.

En esta época de “abundancia” muchos equipos provenientes de los países socialistas venían protegidos en una pelusa de nylon “que le recordó a alguien” las lágrimas de los arbolitos. Así los arbolitos continuaron brillando a pesar de todo…

Del nacimiento qué decir… Muchas veces era sólo una postal. En los años 80 se recibieron “de afuera” pequeños “niños Jesús” (no más de 3 cms), que se le fueron dando a niños de la catequesis. Años después se recibieron más grandes, en muchos lugares hubo que darlos cuidadosamente controlados por familia, porque tampoco alcanzaban para todos. A pesar de los  muchos años de querer borrar la Navidad por completo, hasta “las nuevas generaciones” buscaban por todos lados un niñito Jesús.

En varios lugares se imprimieron nacimientos en papel, que los niños coloreaban, recortaban y entonces armaban el pesebre con ayuda de sus padres. Luego lo llevaban un día determinado a la catequesis y eran bendecidos por el sacerdote. Las ideas surgidas fueron muchas, y era muy bonito ver  como se paseaban los pesebres por todo el pueblo.

Alrededor del año 2000 se empezaron a fabricar nacimientos plásticos artesanales (conocemos de esto al menos en la zona de Holguín). La idea fue acogida con entusiasmo por todos, hasta hubo sacerdotes que  hicieron “pequeños contratos”, para garantizar algunos nacimientos para su parroquia, ya que nunca fueron suficientes. Algunas congregaciones de monjas también hicieron sus aportes de nacimientos en yeso.

Con la apertura de las llamadas “shopping” en los años 90, se comenzaron a ver algunos adornos e instalaciones eléctricas, que como se dice en buen cubano “volaban” de las tiendas, pesar de los precios altísimos que tenían. Hoy todavía “vuelan”, porque la demanda es siempre mayor que la oferta.

La creatividad del cubano se vio, una vez más, impulsada a nuevas posibilidades. Con estos nuevos materiales y alguna que otra “idea genial”, las oportunidades se multiplicaron. Conocemos, por ejemplo, la labor realizada por grupos de Cáritas locales, que cada año producen adornos navideños y los venden con el objetivo de recaudar fondos para sus labores caritativas. Varias personas se pasan días preparando estos sencillos adornos, los cuales siempre se venden “como pan caliente”. Vamos a tratar de poner fotos en nuestro blog de estas labores artesanales, que más que todo son una labor de amor.

Este año, cuando termine la Navidad y recojamos nuestros adornos, tengamos una oración de gratitud por todos esos “inventos cubanos” que mantuvieron el espíritu de alegría y celebración navideños en la Isla con independencia de las posibilidades y recursos materiales disponibles.

2 comentarios:

Abby dijo...

Lo grande de todo esto es que este firme propósito de mantener los adornos de Navidad a toda costa han permitido desarrollar la creatividad en muchos lugares. Y esto es bien válido porque aún con los adornos de las tiendas en divisas, hay muchos lugares que no pueden acceder a ellos. Y más grande aún es que el Espíritu Navideño no se ha ni destruido ni apagado en Cuba: Jesús nace en el corazón de cada cubano, aún cuando no lo reconozcan públicamente. Los sigo felcitando por el blog!

Tere y Jose dijo...

Muchas gracias, Abby, por tus comentarios y por tu apoyo. ¡Y siempre que quieras eres bienvenida a aportar tus riquezas que sabemos son muchas!