Continuamos compartiendo una serie de escritos, enviados desde Cuba por Juan M. Fernández Triana, sobre la figura del sacerdote salesiano José Vandor.
P. José Vandor, Hombre de paz.
Era noche fría,
mísero el portal;
por cuna tenías
paja y pobre pañal.
tú traías fuego
del divino amor;
encontraste luego
hielo de desamor.
Cual débil cordero
vengo junto a ti,
mi Dios verdadero:
me llamabas, lo sentí.
Tú con tus caricias
me donas el perdón;
en cambio de ellas
te doy mi corazón.
(Poema del P. Vandor, Navidad de 1959)
Diciembre es el mes de la esperanza. Cada año la preparación para las fiestas de la Navidad y despedida- comienzo del año nuevo, nos motiva para mirar al cielo con el convencimiento de que el Señor está cerca de nosotros. Y el mes de diciembre guarda una página especial en la vida del P. Vandor, pues el 9 de diciembre de 1954, llegó a Santa Clara, para establecer la Congregación Salesiana en la capital de la entonces Provincia de Las Villas, con una obra muy atractiva: una casa en las afueras para niños de bajos ingresos, que se llamaría “Rosa Pérez Velasco” en honor de la pedagoga y benefactora santaclareña que había gestionado la llegada de los salesianos a Santa Clara y que había muerto en octubre de ese propio año de 1954; además, la obra incluía la atención de la ermita de Nuestra Señora del Carmen, un templo de 1754, emblemático por haber sido mandado a construir por el P. Juan de Conyedo y además encontrarse en la zona donde se fundó la ciudad.
En la tarde de aquel 9 de diciembre, con la presencia del obispo de Cienfuegos, Eduardo Martínez Dalmáu y de los padres pasionistas, se firmó el acta, en la que el P. Vandor se encargaría de la atención pastoral de la iglesia del Carmen mientras se edificaba la casa salesiana con el apoyo económico de Eutimio Falla Bonet.
Ese 9 de diciembre marcaría el inicio de la estancia del P. Vandor en Santa Clara, tierra que hizo suya y que llevó siempre en su corazón, incluso en los momentos más difíciles y convulsos de nuestra historia local. Y en esta supo santificarse y mostrarnos el camino para nuestra propia santificación. Es por eso tenemos que seguir encomendándonos a él en nuestras necesidades:
“Oh Dios, Padre de misericordia, que haces de tus santos, imágenes vivas de tu amor. Tú que has hecho del Padre Vandor un sembrador de paz entre nosotros y un modelo de aceptación de tu santa voluntad, concédeme por su intercesión, esta gracia que tanto necesito (se nombra aquí la gracia)
Y que con profunda fe te pido.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.”
2 comentarios:
Haber conocido a una persona así es un regalo de Dios increíble. El P. Vandor hizo de su vida sencilla una obra de amor extraordinaria. ¡Cuánta bendición!
Gracias, Anónimo, por tu comentario. Hay muchas personas tratando de promover la causa de santificación del P. Vandor. Estos escritos, que no son de nosotros pero que ponemos aquí con gusto, están encaminados a apoyar esa causa.
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