4 de enero de 2011

RECUERDOS DE LAS CONVIVENCIAS: EL DIA QUE LA VIRGEN JUGÓ PELOTA

Empezamos hoy a compartir diversos recuerdos de Convivencias en Cuba. Las Convivencias son encuentros donde se reúnen grupos con similar perfil (ya sean niños, adolescentes, jóvenes, novios, matrimonios, ancianos, familias, vocacionales, etc.). Allí se presentan temas de interés y/o formación personal, se comparten oraciones, juegos, cantos, y se pasan unas horas (o días) especiales. Cualquiera que haya tenido la ocasión de participar en alguna Convivencia de seguro que tiene gratos recuerdos de la misma.

Pensando en cómo abrir el tema, se me ocurrió (Jose) compartir una vivencia que pudiera parecer increíble o exagerada, pero fue verdad –y doy nombres de algunos de los que participaron como prueba de que no miento. La historia ocurrió en el verano de 1985, durante unas Convivencias de Adolescentes en la Vicaría de Santa Clara.


Aquella Convivencia había sido algo inusual en el sentido de que los adolescentes que allí estábamos no habíamos tenido oportunidad de paseos o juegos al aire libre. El encuentro se desarrollaba mayormente en la Iglesia "Nuestra Señora de la Pastora" (aunque los varones íbamos a dormir a la Iglesia del "Cristo del Buenviaje"). En la Pastora sólo había un pequeño patio donde no se podía jugar mucho. Después de un par de días de oración y encuentros formativos con sólo juegos de mesa para “matar” la incansable energía de los muchachos, la cosa no pintaba muy bien.

Entonces al Padre Emilito (me refiero a Monseñor Emilio Aranguren, actual Obispo de la diócesis de Holguín) se le ocurrió una idea genial. De repente invitó a todos para irnos a jugar pelota AL TEMPLO. “¿Qué?” fue el pensamiento que nos pasó a todos por la cabeza. Pero sin dudar ni un instante nos lanzamos a jugar: ¡A fin de cuentas estábamos autorizados por un sacerdote!

Allí, en una de las naves laterales del templo, apartamos los bancos hacia la nave central y empezamos un juego de “pelota a la mano”. Al fondo, el altar de la Virgen constituía el “center-field”, y varias veces la pelota rebotó cerca de la imagen, aunque sin mayores consecuencias. Me imagino que la Virgen estaría sonriendo en el Cielo al ver aquella inusual actividad dentro de la Iglesia… y los muchachos de seguro que disfrutamos extraordinariamente aquel juego. Para mi es todavía uno de los mejores juegos de pelota en los que me alegro de haber participado.



Hablando de comprensión hacia los adolescentes, aquí va otra anécdota de esa misma Convivencia, en una de las noches anteriores al episodio del juego. Otro sacerdote nos sorprendió a mí, mi hermano Jorge y Joseíto (un amigo y hermano de crianza) jugando barajas en nuestro cuarto después de la hora en que se había mandado dormir a todos. “Cheíto, ¿qué están haciendo?” nos preguntó (a nosotros nos llamaban “Cheítos” por nuestro padre: José (Cheo) Fernández). “Perdón Padre, es que estábamos aburridos…”. El sacerdote nos miró y dijo: “Está bien, terminen ese juego y se acuestan enseguida”. Se trataba del Padre Arturo, actualmente Monseñor Arturo González, Obispo de la Diócesis de Santa Clara y que también se encontraba ayudando en esta Convivencia. A pocos metros de nosotros, doblando por un pasillo, se encontraba la habitación de Monseñor Fernando Prego, a quien el Padre Arturo sucedería unos años más tarde…

1 comentario:

Isabel dijo...

¡GENIAL! Me hace recordar la anécdota del hermano lego hortelano de un convento de clausura que pasaba ante la imagen de la Virgen y le decía "¡Cara de lechuga!", y un hermano escandalizado fue a contárselo al abad que le contestó "¿Le parece un insulto? ¡Mire la cara de la Virgen, ¡Está sonriendo complacida!" Porque Nuestra Madre acoge con amor a sus hijos siempre, así que imagino que en aquel juego de pelota Ella disfrutó de lo lindo.