2 de enero de 2011

PRIMERA APROXIMACION AL SANTUARIO DEL COBRE

Es sencillamente imposible presentar o resumir (mucho menos agotar) lo que significa el Santuario del Cobre para los cubanos. De hecho, cada persona tiene sus propias experiencias y vivencias al respecto. Por eso, queremos dedicar varios comentarios a este tema. Hoy queremos compartir nuestra historia,  y esperamos que otros se animen también a compartir las suyas.

Para nosotros El Cobre es bien especial. La primera vez que coincidimos en un mismo lugar –que sepamos nosotros- fue precisamente en el Cobre, durante la Peregrinación Nacional de Jóvenes, con motivo de los 50 años de la coronación de la Virgen, en Octubre de 1986. Pero en ese momento nadie nos presentó, de forma que nunca nos vimos ni conocimos allí, en aquella apoteósica, jubilosa y extraordinaria celebración. Años después, conversando de nuestras vivencias en la Iglesia, “descubrimos” que los dos habíamos estado entonces en ese mismo lugar y tiempo…


Pasarían tres años más antes de que nos conociéramos real y formalmente... ¡y de nuevo estuvo relacionado con El Cobre! Fue en la noche del 7 de Septiembre de 1989, en la Catedral de Santiago de Cuba, donde los jóvenes católicos universitarios nos reunimos para partir en peregrinación hacia el Santuario del Cobre. Al día siguiente, fiesta de La Caridad, regresamos juntos en guagua (autobús) a la Universidad de Oriente, donde estudiábamos nuestras respectivas carreras universitarias.

De hecho, siendo estudiantes en Santiago, varias veces aprovechamos los fines de semana para ir a misa al Cobre. Una de estas veces, cuando regresábamos del Santuario para el pueblo, una señora que nos cruzó por la acera se paró y nos dijo: “¡Qué bonita pareja hacen Uds.!” Nosotros en esa época éramos tan sólo amigos y apenas nos conocíamos. Qué vio esa mujer en nosotros aquel mediodía nunca lo sabremos, pero debemos confesar que tenía razón: unos meses después nos haríamos novios; y 3 años después, en el verano de 1993, nos casaríamos…

Al terminar nuestras respectivas carreras (Tere en 1990, Jose en 1994) pasamos por el Cobre terminada la “discusión de la tesis” a dar gracias a Dios por los 5 años de estudios en Santiago. Y, ya viviendo en Manzanillo, volveríamos allí muchas veces. En El Cobre participamos lo mismo en convivencias de adolescentes (Tere), que de jóvenes o matrimonios (los dos), encuentros de formación, peregrinaciones… Un momento especial fue la misa que dio allí Mons. Jaime Ortega recién nombrado cardenal, donde experimentamos la mayor asistencia que nosotros hemos vivido en El Cobre (varios miles de personas de todas las provincias orientales y más allá). La misa la oímos sentados en la yerba afuera, a medio camino entre la hospedería y el Santuario. Al templo sólo pudimos entrar cuando terminó la celebración, y eso a duras penas. Fue como un pequeño avance de las multitudes que se verían pocos años después durante la visita del Papa a Cuba en Enero de 1998.

Precisamente una semana después de la misa del Papa en Santiago -donde participamos/disfrutamos con muchos otros hermanos y vimos a la Virgen ser coronada por Juan Pablo II- volvimos al Santuario del Cobre. Esta vez íbamos acompañando a nuestra familia de Puerto Rico que había venido invitada con motivo de la visita Papal. Una prima de Tere y su esposo, personas especiales en nuestras vidas, rezaron por nosotros ante la Virgen, y después escribieron en el libro de visitantes una petición porque pudiéramos tener un hijo… Un año después Tere salió embarazada. Siguiendo el consejo del entonces párroco de Manzanillo le pusimos a nuestra hija Ana como segundo nombre “María”.

En el verano del 2005 visitamos por última vez el Santuario antes de salir de Cuba. Nuestra hija, entonces de 5 años, no entendía por qué sus padres estaban llorando en el Camerino de la Virgen, y no se querían ir de allí rápido. En nuestra primera visita de regreso a Cuba en el 2007, ahora como “cubano-canadienses”, también volvimos al Santuario. Y de nuevo nuestra hija, ahora de 7 años, siguió preguntándose por qué tenía padres tan llorones cada vez que iban al Cobre… Las emociones y sentimientos son difíciles de expresar con palabras.

Algún día, ya no tan lejano, cuando Ana María crezca, entenderá por qué El Cobre es tan especial para nosotros. Como cubanos. Como católicos. Como pareja. Como familia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los felicito por este blog. Se ve que ustedes son una pareja unida en Cristo y devotos de su Madre. Que Ellos los sigan bendiciendo para que con sus escritos nos ayuden a todos a acercarnos más al Señor.

Tere y Jose dijo...

Querido "Anónimo",

Muchas gracias por tu amable comentario. Tu mensaje nos anima a seguir escribiendo y a esforzarnos más. Nos alegra mucho que personas como tú lean este blog.

¡Un abrazo grande!

Tere y Jose

Isabel dijo...

Y muchos cubanos que no conocen el Cobre lo añoran, porque es un lugar obligado para todos nosotros. Ojalá muchas personas compartan sus vivencias de allí y así ayudan a conocerlo a los que no han podido ir.