14 de enero de 2011

EL TRABAJO DE CARITAS CUBANA

Cáritas Cubana se estableció oficialmente en 1991, en un momento en que el país se hundía en las profundas y tenebrosas aguas del llamado “Período Especial”. Con el colapso del socialismo en Europa, cesaron los subsidios a Cuba, especialmente de la Unión Soviética. Y la nación se fue al caos. No somos historiadores ni economistas, pero estamos convencidos que el trienio de 1992-1994 ha sido uno de los peores (si no el peor) en la historia y economía de Cuba. La inmensa mayoría del pueblo sufrió hambrunas, falta de medicamentos, apagones que duraban más que el tiempo que había electricidad, carencias materiales de todo tipo… esta fue la “base material” que encontró Cáritas en sus comienzos cubanos.

Recordamos esos momentos iniciales, cuando la prioridad era ayudar como se pudiera (y todo lo que se pudiera) a tantas personas necesitadas. Las parroquias repartieron medicinas, espejuelos de uso llegados de cualquier rincón del planeta, alimentos, donaciones… era un verdadero caos.

Pero pronto se organizaron los equipos de Cáritas, a nivel diocesano y de parroquia. Y con la organización surgieron diferentes programas de ayuda. Y de la ayuda se pasó a la promoción del ser humano. Y de la promoción al compromiso. Y del compromiso a la participación y protagonismo. No estamos hablando en lenguaje metafórico o rebuscado, realmente Cáritas fue evolucionando –y nos imaginamos que todavía hoy siga evolucionando- y creciendo en sus servicios y alcance.


Se siguieron repartiendo medicinas, alimentos y artículos de aseo. Se atendieron a los enfermos, especialmente a los “encamados” que sufrían las condiciones más difíciles. Se ayudaron a las personas durante los ciclones y otros desastres naturales. Se crearon programas de atención al Síndrome de Down -una de las actividades más hermosas y gratificantes, y de la que hablaremos más en otros comentarios. Se ayudó a campesinos con insumos agrícolas y tecnologías. Se construyeron casas, con materiales que se fabricaban in situ. Se enseñaron cursos de computación, talleres de artesanías... Nada humano le fue ajeno a Cáritas. Dondequiera que había una necesidad se brindó ayuda. Dondequiera que hubiera que llegar, no importó lo remoto, o de difícil acceso, pero siempre se intentó llegar (¡y en la mayoría de las veces se logró!).

Siempre que se pudo, se pasó de brindar ayuda a promover actividades que generaran ingresos a la persona/comunidad receptora, buscando la mayor autonomía y sostenibilidad posibles. El proverbial refrán de no dar pescado sino enseñar a pescar se modificó ligeramente con Cáritas en Cuba: primero se dio pescado –porque había MUCHA necesidad- y luego vino la enseñanza de la pesca.

Téngase en cuenta que muchas de estas actividades se desarrollaron ante un clima “oficial” que en los mejores casos fue indiferente, y en las peores circunstancias fue agresivamente contrario al trabajo de Cáritas. En general la postura del gobierno hacia estas iniciativas fue de sospecha y tratar de “controlar” lo que se hacía. Incomprensión, celos, envidia, desprecio, obstaculización, manipulación, lamentablemente fueron palabras a la orden del día… El trabajo de Cáritas fue mayormente ignorado, jamás haciendo titulares en periódicos –como desgraciadamente otros payasos gustaban y gustan de hacer. Uno creería que no se ha hecho nada, hasta que conoce las historias y protagonistas de este callado esfuerzo. Y entonces la labor de Cáritas se evidencia con fuerza y claridad.

En medio de estos protagonistas estuvieron (y están) los agentes de Cáritas. Personas “normales” que se encargaron de la recepción, control, reparto y distribución de los bienes que llegaban. Que visitaron infinidad de personas necesitadas. Que trasmitieron esperanza. Que dedicaron TIEMPO a los diferentes programas, dando lo mejor de sí mismos. Muchas veces estas personas almacenaban los bienes en sus casas, exponiéndose a robos y asaltos. Y también sufriendo la tentación de acaparar para sí mismos y sus familias esos bienes –en medio de momentos con tantas necesidades materiales. Es difícil de comprender, especialmente a las personas que viven fuera de Cuba o que nunca han experimentado estos niveles de miseria, el tremendo sacrificio que esto impuso a los agentes de Cáritas…

¿Se robaron cosas? Seguramente. ¿Se desviaron recurso? Con toda certeza. ¿Se cometieron injusticias? Muy probable. Pero por un lamentable ejemplo de esos hay cien de lo contrario. Por cada bajeza existieron mil actos, casi heroicos, de compartir, de sacrificar, de entregarlo todo a los demás, de pensar en el prójimo antes que uno mismo. Estamos convencidos que ninguna otra organización desarrollando labores humanitarias en Cuba (sean instancias de la Organización de Naciones Unidas como la FAO o el PNUD, sean ONGs, instituciones gubernamentales, etc.) gozó de tanta eficacia ni garantizó llegar al necesitado de la forma que lo ha estado haciendo Cáritas durante estos 20 años. Sino que le pregunten a los receptores de las ayudas, los que han “sentido” en carne propia el sufrimiento –y han también experimentado “la mano” oportuna de Cáritas. Ellos pueden dar fe de la labor humanitaria y caritativa de la Iglesia Católica en Cuba.

Nosotros vimos y experimentamos todo esto que estamos diciendo, pues tuvimos la suerte y honor de trabajar con y para Cáritas por muchos años. Lo que escribimos aquí es testimonio de nuestra experiencia. Pero seguro que es también la experiencia de muchos. Los animamos a que nos cuenten sus testimonios al respecto.

La próxima vez que estén pensando en cómo ayudar a los necesitados en Cuba, no lo duden: apoyen el trabajo de Cáritas como les sea posible. Allá, en el corazón de las miserias y necesidades, muchas almas desvalidas se lo van a agradecer.

NOTA: Por FAO nos referimos a “Food and Agriculture Organization” (en Cuba se le conoce por sus siglas en Inglés), PNUD significa “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y ONGs se refiere a Organizaciones No Gubernamentales.

2 comentarios:

Isabel dijo...

Recuerdo especialmente los grupos de personas mayores que se reúnen una o dos veces por semana para hacer sábanas, ropa de dormir, etc. (o repararlas), que se destinan a los enfermos; también les lavan la ropa y les llevan a sus casas alimentos, medicinas y la ropa limpia. Es decir, no solamente ayudan a los más necesitados, sino que ellos también se ayudan al saberse útiles, al poder dar de su tiempo y habilidades para ayudar a los que no pueden hacerlo. Creo que es una de las labores más bellas, porque así la persona mayor vive sus años con una meta hermosa, con calidad, con dignidad. De Cáritas en Cuba hay mucho bueno que contar, muchas anécdotas que hacer. Ojalá muchos compartan estas experiencias, porque es realmente enriquecedor.

Tere y Jose dijo...

Querida Isabel:

Tienes razón con lo que cuentas, muchas gracias por compartirlo. Y de seguro que vamos a compartir más anécdotas de Cáritas en futuros comentarios.