28 de diciembre de 2013

Uno de cada tres

Justo un día antes de Nochebuena, el 23 de Diciembre, la prensa Canadiense reprodujo los resultados de una encuesta realizada en el país acerca de la posible asistencia de personas a las Iglesias durante la Navidad. Los resultados mostraron que 32%, o uno de cada tres Canadienses, planeaban atender a algún servicio religioso (ya fuera católico, anglicano, evangélico, etc.). 

A primera vista no suena tan malo: la tercera parte de la población yendo a la Iglesia parece una buena cifra... ¿o no?
 
Según la misma encuesta, 38% de los que respondieron no van nunca a ninguna Iglesia, 29% raramente van, 15% van unas pocas veces al año, 5% va una vez al mes, y 13% atienden a servicios semanales. Es muy probable que estos resultados sean válidos, dado que este sondeo concuerda con otros realizados en el pasado reciente (y su margen de error es relativamente bajo: 2.5%). 

Lo que esta encuesta significa, en números fáciles de entender, es que apenas de uno de cada ocho Canadienses participan regularmente de la vida eclesial, y a esto se añade uno de cada cinco que participan esporádicamente... Sin embargo, dos de cada tres nunca, o casi nunca, van a una Iglesia. 
El "apogeo" de asistencia durante el tiempo de Navidad, continúan diciendo los "expertos" en asuntos religiosos Canadienses, se debe más que todo a la fuerza de la "tradición". Es como una moda el asistir a la misa de medianoche (como le llaman aquí a la "Misa del Gallo", tarde en la noche del 24 de Diciembre). Y no sólo es una moda, sino que es "bonito", porque en estos tiempos de Navidad la gente gusta de cantar, o al menos oir canciones que otros cantan en las Iglesias. Es todo como un gran espectáculo musical, artístico, cultural, de nivel intelectual... 

Pero después que esto pasa pues cada cual vuelve a su rutina, y la asistencia a las Iglesias baja desde "uno de cada tres" a "uno de cada ocho". Porque la Navidad se ha reducido, en esta sociedad secular, a un millón de cosas, casi ninguna de las cuales tiene nada que ver con el mensaje real de la Navidad: el Dios que nace para hacerse uno con nosotros. Pero claro, eso no suena tan "elegante".

Los datos de esta encuesta invitan a variadas reflexiones, y no queremos agotar aquí las posibilidades. Pero solo mencionamos algunas ideas que se nos ocurren:

- A pesar de lo negativo, el tiempo de Navidad es una oportunidad de llegar a esas personas alejadas de la Iglesia y que se acercan ahora, más como curiosidad que como fruto de conversión. Pero, sin embargo, es una oportunidad dorada de tratar de ganar al menos algunos de esos corazones. ¡Si tan solo fuéramos más esforzados en nuestros esfuerzos evangelizadores!

- A pesar del secularismo, el relativismo, y el comercialismo que envuelven la Navidad (y tantas otras cosas del mundo actual), el hecho de que aún se mencionen palabras como Navidad (que, en Inglés, tiene mucho más significado: "Christmas" viene de Cristo) es todavía una señal de esperanza. No todo está perdido.

- Con humildad deberíamos aceptar que la mayor parte de la sociedad NO cree en Dios, o al menos NO va a las Iglesias ni les interesa esa realidad en lo absoluto. Es un reto y puede doler a algunos, pero hay que empezar por aceptar lo lejos que la sociedad actual se ha colocado con respecto a la Iglesia.

Y, por último pero no menos importante, queremos terminar con una reflexión numérica, porque nos parece apropiada al tema que traemos hoy: Génesis, capítulo 18, versículos 16-33. Es la historia del "regateo" que hizo Abraham con Dios, para tratar de salvar la ciudad de Sodoma. El resumen de este relato es, también, algo matemático: al final Abraham "convence" a Dios de que no destruya la ciudad si al menos se encuentran 10 personas justas allí. Para Dios, si hubieran tan sólo 10 personas justas en aquella ciudad, hubiera sido la salvación de la misma. 

[Por supuesto, la historia de Sodoma no termina bien, el lector interesado puede continuar con el capítulo 19 del Génesis]. 

Pero, lo que importa aquí, la moraleja de esta historia, es que UN PEQUEÑO NÚMERO DE PERSONAS puede hacer la diferencia. 

Por tanto, si al final sólo uno de cada tres (o uno de cada ocho) se comprometen a seguir a Jesús en sus vidas, las cosas no están tan malas -por mucho que la estadística y los márgenes de error nos traten de convencer acerca de lo contrario. Porque "las matemáticas de Dios" nunca son iguales a las nuestras...

2 comentarios:

Abby dijo...

¡Seguro! Los caminos de Dios a veces nos dejan perplejos, pero al final Él coloca cada pieza en su lugar. Lo importante es que nosotros, los que tenemos Fe y la vivimos, mantengamos la misma "a flor de piel", que se note que somos gente de Fe, que la Esperanza se transparente a los que nos rodean y que el Amor se transmita sin miedos a todos. Lo demás es cuestión de Dios.
¡Felicidades y bendiciones en el 2014!

Tere y Jose dijo...

¡Muchas gracias, Abby, por seguir leyend el blog!