Con mucho placer compartimos hoy un relato que nos ha mandado Bartolo Ugalde Ramírez desde Cuba (Parroquia La Purísma de Manzanillo). ¡Muchas gracias, Bartolo, por contribuir al blog!
A nuestro Papa…Juan Pablo II
A propósito de la beatificación de nuestro querido Juan Pablo II en mayo próximo me puse a hojear, hace unos días, los libros de condolencias que se situaron en nuestro templo parroquial a raíz de su partida a la Casa del Padre, el 2 de abril de 2005. El P. Francisco Sanabria de los Misioneros de Guadalupe, nuestro párroco por aquel entonces, tuvo la idea de utilizar como soporte para las condolencias los tres tomos de la obra “Del temor a la esperanza”. De modo que nuestras palabras aparecen escritas en sus márgenes, a veces entrelazadas con las mismas imágenes a todo color del Papa, que están contenidas en esos inmensos libros. Y así fui leyendo algunos de los mensajes de las personas que desearon plasmar algo más que su rúbrica.
Lo primero que he podido constatar es el hecho de que para la totalidad de estos hermanos y hermanas de nuestra Iglesia y de nuestro pueblo (no todos católicos), el Papa que nos visitó en enero de 1998 se tenía más que ganado el Cielo. Es esa sensibilidad popular, esa mirada intuitiva que sabe descubrir a un alma noble. Uno de ellos escribió: “Sabemos que estás junto al Padre”. Y otro: “Espero verte en la gloria”…Y hasta con palabras poéticas: “Las aguas vivas de tu corazón arrasarán, por fin, las neblinas del odio y de la guerra, serás eterno”. Y mucho más.
Pero también me baso en otros de esos mismos testimonios. Son numerosas y muy variadas las impresiones de los firmantes; sólo me limitaré a señalar los aspectos más sobresalientes, como son, la ejemplaridad de su vida, su recuerdo perdurable, su condición de incansable luchador por la causa de los pobres del mundo, por la unidad de los pueblos, por la paz, su amor al hombre y a su inviolable dignidad (que como expresara en su visita a Cuba es el camino de la Iglesia), su firme posición como defensor de la vida, de la verdad y la libertad, su pasión por los niños y por los jóvenes, su gran humildad…
Es verdaderamente gratificante para cualquiera, en un mundo muchas veces dominado por los intereses, las ambiciones, la doble moral y otras tantas sombras, poder pensar en la pulcritud de un hombre como el Siervo de Dios Juan Pablo II, de quien varias personas han opinado aquí que fue “el más santo de todos los hombres…”, “el amigo y defensor de los pobres…”, “el amigo de todos…”, “el hombre que con su santidad logró tantas cosas buenas en este mundo…”, “un ejemplo de perdón y dignidad…”, “un santo que merece todo nuestro amor y respeto…”, “un hombre de sabiduría y de paz…”, “un ejemplo vivo del Señor…”
Meditemos, a continuación, con otros de esos preciosos y espontáneos testimonios que brotaron del amor que el Mensajero de la Verdad y la Esperanza supo sembrar en los corazones de nuestra gente. Algunos son auténticas plegarias: “Que con tu ejemplo se construya un mundo mejor…”, “tu ejemplo de verdadero amor cristiano, de infatigable luchador por la causa de los pobres de la Tierra, perdurará por siempre en la memoria de todos los hijos que te amamos y te amaremos aun después de tu muerte…”,“tu legado de amor y justicia será nuestra bandera…”, “tus palabras y tus obras llenan los corazones de los hombres…”, “nos hiciste comprender las grandezas del corazón humano…”, “gracias, Santo Padre, porque he escuchado tu voz de “no tengan miedo…”, “gracias por hacer tanto bien…”
Quiero cerrar este botón de muestra con fragmentos de los mensajes de un intelectual no católico, de un joven católico y de una señora católica que recibió de sus manos la Sagrada Comunión, en ese mismo orden: “De la Historia de la Iglesia Católica es para mí la figura de más alta estatura humana…”, “gracias a usted abrí mi corazón a Cristo…”, “fue algo que me marcó pues estoy segura que recibí la comunión de manos de un santo…”
Hay una certeza de que el Papa nos sigue asistiendo ahora desde el Cielo: “Que Dios te tenga en la gloria para que nos sigas ayudando…”, “hoy con tu partida la vuelves a visitar (refiriéndose a Cuba), hoy te unes a nosotros por siempre…”, “seguirás regando amor, paz y concordia por el mundo…”, “siga ayudando a los pobres…” Certeza que yo comparto plenamente pues escribí también en esa ocasión: “Gracias, Santo Padre, por todo el bien que usted le ha brindado a nuestro pueblo y a nuestra Iglesia con su visita, oraciones y atenciones. Y por todo lo que va a seguir haciendo por nosotros desde el Cielo. ¡Muchas gracias!” Tenía que llegar ya el día de su beatificación. ¡Enhorabuena! Porque como le escribiera uno de sus hijos manzanilleros, “como un ángel de Dios pasaste por la Tierra anunciando la paz y la esperanza”.
NOTA: La mayoría de las personas que pasaron a expresar sus condolencias sólo estamparon su firma; a pesar de eso muchos dejaron algún mensaje, de esos los aquí citados son una pequeña parte.
2 comentarios:
Santo padre Juan Pablo aun tu brisa
llena de paz corre por los caminos de nuestra existencia y nos deja un olor
de bondad y esperanza en nuestros corazones marchitos aveses por la desesperanza.Gracias.
Muchas gracias, querido Luis, por ese comentario tan sentido y tan profundo. Que el Santo Juan Pablo te acompañe y guíe siempre.
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