14 de julio de 2011

ENCUENTRO DE LAICOS CATÓLICOS CUBANOS

Entre 2001 y 2004 tuve oportunidad de asistir tres veces a los encuentros de laicos católicos cubanos (viviendo en Cuba y en el extranjero) que se han sucedido en la Florida, Estados Unidos desde el año 2000. A fines de 1999 Monsenor Dionisio me había pedido que formara parte de ese grupo, aunque yo me perdí el primer encuentro, en el 2000, porque mi visa para USA no estuvo en tiempo (también me perdería el tercer encuentro, en el 2002, porque la rectora de la Universidad de Granma, donde trabajaba en aquel entonces, se negó a que yo "estuviera viajando todos los años por la misma cosa"). En Febrero de 2001 sí me aprobaron la visa en tiempo y pude participar en la segunda reunión, celebrada en el Seminario de Boyton Beach, al norte de Miami.

Mientras viajaba allá, pensaba en como podrían ser estos encuentros. Los participantes cubanos de la primera reunión me habían contado de sus vivencias, pero uno siempre necesita experimentar por cabeza propia... Yo realmente ni tenía muchas expectativas con esto, ni estaba convencido de la utilidad y logística (costos asociados) de este tipo de reuniones... Quizás porque no esperaba mucho fue que me sorprendió más lo que encontré y experimenté en estos encuentros.


Lo más importante y emocionante para mi, fue encontrar un grupo grande de cubanos viviendo su fe de manera auténtica y comprometida en esta otra orilla del mundo. Y a la misma vez manteniendo una sensibilidad, preocupación y cariño por la situación de Cuba, por su Iglesia, por su pueblo. Más allá de la política, más allá de las posiciones y opiniones personales, más allá de los desacuerdos y los conflictos.

En Cuba tantas veces se escuchaban comentarios de que todo el mundo que pensaba diferente "afuera" de la isla (especialmente en Miami) lo que quería era "aplastar" a los cubanos. Que no les importaba el pueblo. Que lo que querían era "recuperar" sus propiedades y expulsar a las familias que ahora vivían allí... y muchas mas boberías por el estilo. Y, quiéralo o no, la repetición hasta el agotamiento, calaba en la mente de la mayoría. A fin de cuentas, a los Estados Unidos se le llamaba (y todavía se le llama) "el imperio" y a Miami "la gusanera". ¿Qué bien podría venir de allí...?

Debo decir que lo que yo encontré, en medio de ese "monstruo", eran laicos pensando en clave de Reino, pero de Reino de Dios, no de los hombres. Hablando de reconciliación entre todos los cubanos, de ayuda a la reconstrucción humana de la Nacion (más importante que la reconstrucción económica), de apoyo sin inmiscuirse en los destinos que los que vivían en la isla eligieran. De solidaridad, de justicia, de paz, de amor. De cercanía. De cariño.

Cuando juntos celebrábamos las misas y momentos de oración en estos encuentros, nos alegrábamos, por ambas partes, de compartir similares canciones, oraciones, frases. Éramos los mismos, con la misma base cultural, con una “raíz” común, con una misma naturaleza cubana. Yo lo sentía de manera muy especial en los encuentros que tuvimos en la Ermita de la Caridad, esa otra gran Basílica cubana a la Virgen de la Caridad. Pero también cuando fuimos a Cayo Hueso y visitamos los lugares donde Martí realizara su labor patriótica. O en el colegio de Belén de Miami, hablando con tantos antiguos alumnos y maestros de los tiempos de esa institución en La Habana. O compartiendo con cubanos en Washington acerca de la experiencia de fe en una cultura distinta y a veces hostil. O cantando el Himno Nacional, momento siempre tan emocionante... O tantos otros recuerdos que atesoro en el corazón.

Claro, que también éramos diferentes en muchos respectos. El que más saltaba a la vista era el económico. Y luego las diferentes experiencias de vida, las distintas posiciones políticas, los diferentes compromisos que cada cual individualmente había hecho. Pero, en mi opinión y sentir, las diferencias eran menores y menos importantes que lo que nos unía.

Estos encuentros sirvieron para conocernos más, para acercarnos más los unos a los otros. Para conocernos no solo desde el intercambio de palabras, sino también desde la fe, desde los sentimientos encontrados, desde las comuniones nacidas de mil maneras diversas. Juntos nos reímos, juntos discutimos, juntos rezamos, juntos lloramos en estas reuniones que parecían más el encuentro de una gran familia que una actividad de pastoral eclesial.

A fines del 2004 Tere y yo habíamos decido emigrar de Cuba. Por eso le dije a Mons. Dionisio que no era justo que yo participara en el encuentro del 2005. De pronto otras prioridades familiares y de vida habían surgido en mi camino y ya no me parecía lógico ni apropiado asistir a estas reuniones. Cuando finalmente salimos de Cuba en el 2006, seguí por correo electrónico las próximas dos reuniones, y mantuve -aun mantengo- contacto con algunas de las grandes amistades nacidas de estas reuniones. En el 2008 visitamos Miami, esta vez desde Canadá, y fue una alegría inmensa poder reunirme con algunas de esas personas con las que había compartido reuniones en años anteriores.

El tiempo ha pasado, y con el también las reuniones han cambiado. Como todo en la vida. Ahora hay otros laicos participando, por ambos lados del estrecho de la Florida -aunque creo que se mantiene un pequeño núcleo que ha participado en la mayoría de los encuentros. El obispo encargado de esta pastoral ya no es Dionisio, ahora es Monseñor Arturo González. Imagino también que el tema de las reuniones ha cambiado. Aunque con certeza no lo sé, porque ya yo no soy parte de estos encuentros. Pero siempre sigo sus esfuerzos desde la distancia. Y desde la oración, el cariño y el interés.

Imagino que todavía son importantes, como contribución a "tender puentes". Esos puentes que tanto necesita la sociedad cubana y el mundo en general. Y también espero sinceramente que las nuevas caras y las nuevas iniciativas dejen frutos mucho mejores y palpables que las reuniones en que yo tuve la inmerecida suerte de participar. De cualquier manera desde este rincón de Ottawa les envío mi saludo y oración.

Precisamente este fin de semana se celebra el encuentro anual de laicos católicos cubanos, esta vez en la ciudad de Miami, con algunos reuniones satélites en otros lugares. Por eso invitamos a los lectores del blog a tener una intención especial por los participantes de estos eventos. Y por el pueblo de Cuba en general, del cual somos todos parte desde dondequiera que nos encontremos.

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