25 de marzo de 2011

UTILIDAD DE NUESTROS ESFUERZOS

En este tiempo de Cuaresma nos parece buena la  una oportunidad para reflexionar sobre las cosas que importan en nuestra vida, y sobre la verdadera utilidad de nuestros esfuerzos. Cuando uno mira con la perspectiva y profundad suficientes, la inmensa mayoría de las cosas que nos preocupan y ocupan nuestro tiempo son irrelevantes. Irrelevantes en tiempo y espacio. Un ejemplo basta: lo que estamos escribiendo hoy en el blog casi con total seguridad será completamente irrelevante dentro de 10 años. Y es irrelevante desde ahora mismo para los millones de personas agobiadas en este mismo momento con muchas otras prioridades. Y dentro de 5000 millones de años, blogs, personas, planetas y soles también serán irrelevantes. No nos engañemos: somos una gota minúscula en un océano infinito de complejidad y posibilidades. No somos nada. Ninguno. En ningún momento. Para ninguna cosa. Somos nada.

Bueno, pero qué trágico estamos hoy, dirán algunos. Otros más críticos dirán: no tienen nada que escribir y ahora se dedican a ciencia ficción de la mala. Y esto es entre los poquísimos lectores que tenemos: la mayoría de la humanidad ni siquiera se enterará de este insignificante comentario porque este blog de por sí es irrelevante –desde cualquier lado que se le mire.
Pero no estamos de trágicos. Ni estamos escribiendo ciencia ficción. Ni se nos han acabado los temas todavía (aunque ciertamente algún día, más temprano que tarde, se nos acabarán y entonces se acabará el blog… como todo en esta vida). Estamos solamente invitándoles a reflexionar sobre la inutilidad de la mayoría de nuestros esfuerzos –como el que nos está ocupando en este mismo momento.
Y, sin embargo, es importante que hagamos cosas. No porque sean importantes en sí mismas. Ni porque nosotros mismos seamos los importantes. Es importante que hagamos cosas porque es nuestra (PEQUEÑISIMA) contribución al Reino de Dios. Y cada uno está invitado por Dios mismo a poner su (PEQUEÑISIMO) granito de arena. Solo por eso es importante. Solo por eso vale la pena.
Claro, en concreto qué vamos a hacer cada uno de nosotros es ya, en sí misma, una pregunta bien grande. Desgraciadamente no tenemos respuestas (¡ni siquiera para nosotros mismos!). Este no es un blog de clarividencia, ni de consejeros, sicólogos o gurus de esos que dicen saber cómo hacer que nuestras vidas funcionen.
Pero siempre hay una línea sencilla a seguir: tratemos de hacer buenas obras. Tratemos de que nuestro (EFIMERO) paso por este mundo deje alguna huella de bien en la vida de alguna otra persona. Que cada día –¡si podemos!- nos esforcemos en hacer algo bueno a alguien, aunque sea bien pequeño. Si pensamos un poquito, siempre hay oportunidades, de diario, para hacer algo bueno.
Y, aunque la vida en este planeta acabe, aunque el sol desaparezca, aunque el Universo termine (pueden añadirse aquí más metáforas apocalípticas), hay una VERDAD que no cambiará: DIOS. Dios no pasa, no cambia, no se vuelve irrelevante. Y, para él, nosotros tampoco somos irrelevantes. Ni las buenas obras que hagamos en nuestras vidas.
Aquí radican (deberían radicar) nuestras verdaderas motivaciones para esforzarnos en la vida. Sólo así estaremos plenamente conscientes de esta incomprensible paradoja: lo inútil de nuestros esfuerzos pero a la misma vez la necesidad de que los realicemos. No somos nada. Pero a la vez lo somos todo. Somos todo con Dios. Somos todo en Dios. Y somos todo cuando nos esforzamos por y para nuestros hermanos. Sólo ahí hay trascendencia, intemporalidad, infinitud. Lo demás es irrelevante. Como este escrito.
Que este tiempo de Cuaresma nos ayude a interiorizar los desafíos y esfuerzos en nuestro caminar cotidiano. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

No es irrelevante nada de lo que hacemos, más bien, la palabra a utilizar aquí sería "transitorio", porque, realmente, todo es transitorio en este mundo nuestro, pero lo que hacemos tiene relevancia por la huella que iremos dejando en nuestras vidas, (y ojalá todas fueran buenas y ejemplares), pero de cualquier modo, son huellas que nos trascienden y por eso, aún cuando "todo pasa,... todo queda" como diría el poeta, y siguiendo esta idea: "pero lo nuestro es pasar haciendo caminos...". Así que, transitorio y relevante, porque de las pequeñas obras de cada uno (y claro, de las grandes) se ha ido haciendo la historia.