9 de febrero de 2011

LA OTRA “MANCHA” EN EL EXPEDIENTE: VISIÓN DESDE FUERA DE CUBA

En un comentario anterior (http://venconnosotrosacaminar.blogspot.com/2011/01/la-mancha-en-el-expediente-vision-desde.html) hablamos de lo que significaba ser católico en Cuba, y nos referíamos a esa “mancha en el expediente” que se arrastraba de por vida. A cualquier cubano que nunca haya salido del país le parecería que esta experiencia de “apestado” es una exclusividad propia de los países socialistas. Pero, aunque ciertamente la persecución y discriminación por ser religioso alcanzó cotas altísimas en Cuba y demás países del difunto bloque socialista, situaciones similares se presentan en muchos otros lugares. En el comentario de hoy escribiremos sobre el significado de ser católico fuera de Cuba.

No nos vamos a referir aquí a la discriminación de que son objeto los católicos en países donde hay otras religiones oficiales fuertemente opuestas al cristianismo (por ejemplo: países musulmanes), o lugares donde se persigue con violencia a la religión. Tristemente estas situaciones de ataque (martirio muchas veces) son más comunes de lo que se piensa. Pero estos extremos son bien evidentes e incluso la prensa se hace eco de los mismos en ocasiones. Desde aquí los invitamos a una oración especial por esos hermanos/as que sufren real peligro en sus vidas por el solo hecho de decirse cristianos.


Hoy queremos más bien comentar sobre la experiencia de ser católico en los países de la llamada “civilización occidental” (para una definición de sociedad occidental ver NOTA al final de este comentario). Precisamente una de las características de los países “occidentales” ha sido el Cristianismo, pero aunque todavía lo es en cierta medida, el siglo XX marcó el auge del secularismo. Y con él la oposición cada vez más fuerte a la Iglesia, especialmente la Católica. De hecho el concepto (y la experiencia) de "Cristiandad" hace muchos años que está en peligro. Los nuevos tiempos han visto un incremento significativo del ateísmo, agnosticismo, relativismo…  Y con ellos un ataque constante a los creyentes, que abarca todos los frentes imaginables.

Normalmente nadie está en peligro de muerte, o de perder su trabajo por ser católico en la sociedad occidental (al menos no es algo frecuente). Este mundo secular se dice respetuoso de la libertad de religión y creencias (o falta de las mismas, que muchas veces es lo que sucede). En tanto la persona mantenga su religión “callada”, “discreta”, “respetuosa de otras sensibilidades y opiniones”, pues no hay mucho problema. Pero las cosas se complican cuando la persona practica su fe de forma activa, pronunciándose abiertamente de acuerdo a sus principios. No es “políticamente correcto”, es mal visto, y, en ocasiones puede afectar las relaciones laborales y otras interacciones sociales.

Mucho más negativa aún es la percepción hacia la Iglesia como “institución”. Entonces muchos se apuran en criticarla como “corrupta”, “dañina”, “oportunista”, “atrasada”, no merecedora de ningún respeto… en fin, un verdadero “opio de los pueblos” (como la llamara Karl Marx en 1844). Solamente hay que ver cómo la prensa de los países occidentales, al referirse a cualquier noticia que involucre a la Iglesia, trata casi siempre de deslizar críticas -a veces entre líneas, otras abiertamente.

Cualquier error es magnificado hasta proporciones de escándalo. Y se toma como una muestra más de lo mala y/o caduca que es la Iglesia. Cualquier explicación o disculpa que la Iglesia ofrece es siempre insuficiente, hipócrita, tardía, irrelevante. Cualquier acción positiva de la Iglesia es inmediatamente minimizada. Y, en general, casi cualquier comentario es objeto de burla, crítica, rechazo. Esto es sin contar las burdas manipulaciones, verdades a medias o simplemente mentiras sobre la Iglesia. Si uno se deja absorber por lo que se comenta (en la prensa, Internet, entre las personas) surge la pregunta: “¿Cómo es posible que todavía vaya gente a la Iglesia?”, “¿Cómo es posible que alguien se declare abiertamente católico?...” Sin embargo, todavía hay personas creyentes. Desgraciadamente muchas practican su fe esporádicamente. O de manera semi-oculta, tratando de evitar enfrentamientos. Ya se sabe: hay poco tiempo, miles de cosas que hacer, mejor no complicarse mucho… cuántas escusas.

Ante todo esto sólo hay simples cosas que decir: Deberíamos hacernos eco de lo que dijeron los apóstoles: “No podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hch. 4,20). Tendríamos que ser más militantes con nuestra fe. Necesitaríamos responder a tantos ataques contra la Iglesia desde tantos lugares.  A fin de cuentas Jesús nunca fue “políticamente correcto”. Ni el Reino de Dios concuerda con las prioridades de la sociedad moderna.

En nuestra experiencia fuera de Cuba, ya por cinco años, hemos palpado que ser católicos no es algo que la mayoría de las personas tome como algo bueno (al menos no en Canadá, pero estamos seguros que en muchos otros países occidentales es lo mismo). En la mayoría de los casos te miran con indiferencia. Algunos preferirían que simplemente te callaras y dejaras ese tema como algo privado. Otros abiertamente te critican, o critican a la Iglesia. Para nosotros, llegados de Cuba con la vivencia de sufrir persecución por ser religiosos, a veces sentimos que aquí las cosas son similares. Quizás “la mancha” no es tan marcada, pero sigue allí…

Queremos terminar con una invitación a nuestros lectores. Que dondequiera que estemos, llevemos esta “mancha” con dignidad. Que seamos merecedores de llamarnos cristianos. Que alcemos nuestra voz para exponer y defender los valores evangélicos, aunque no concuerden con la mayoría. Que no nos desanimemos ni cansemos nunca de trabajar por ese Reino que construimos en el día a día. Animo. Y adelante.

NOTA: Hay muchas definiciones del mundo occidental, y no es importante extenderse aquí en ese debate. A manera de simplificación usamos el concepto proporcionado por Wikipedia que considera civilización occidental a aquellos países del occidente de Europa -o las naciones que derivaron de ellas- las cuales tienen alguna forma de cooperación política y militar, incluyen economías y gobiernos relativamente estables, permiten libertad de religión, han elegido la democracia como forma de gobierno, favorecen el capitalismo y el comercio internacional y están influenciados significativamente por los valores Judeo-Cristianos. Este conjunto de países incluye fundamentalmente a Europa, Norte América, Australia y Nueva Zelanda.