23 de agosto de 2011

ALLI ESTABA

Una vez más nos complace publicar un escrito que nos envía Bartolo desde Manzanillo. Aprovechamos para reiterar nuestra invitación a cualquiera que desee o se anime a enviarnos contribuciones sobre la vida de la Iglesia, en Cuba o en cualquier otro lugar.

Allí estaba... 
Por Bartolo Ugalde Ramírez, Manzanillo, Cuba. 

A Aracelis, católica sin tacha.
A los «mártires» de lágrimas derramadas.




Allí estaba ella, la dulce profesora,
detrás de un ventanillo del correo de su ciudad,
con su peinado impecable,
su vestuario sencillo y elegante
y a tono con el color cobrizo de su piel.
Igual que siempre.

Allí estaba la nueva empleada,
tan segura, como si estuviera en el aula
delante de sus alumnos.

Allí estaba la ex-profesora,
ahora en una geografía diversa a la suya,
la profesora depuesta por su probidad.

Allí estaba ella,
haciendo gala de su entereza,
reproduciendo a Cristo en su Pasión.
Su frente altiva,
su mirada serena,
su dignidad por las nubes…



Y allí solía yo observarla, por entonces, y no cesaba de crecer mi admiración hacia mi profesora de Geografía. Aracelis es su nombre y el Señor ha querido premiarla con una larga y lúcida vida, quizás por su ejemplar fidelidad a la Iglesia, una de las muchas virtudes que adornan su personalidad.

El día que le leí en su casa lo que su testimonio de fe me había inspirado a escribir, la noté un poquito impresionada. Verdaderamente hubiera deseado regalarle por su cumpleaños algo más bonito, más creativo, un verdadero poema a la medida de su corazón. Pero fue eso lo que pude ofrecerle. Loable más por su contenido que por su arte poética, más por su sinceridad que por su originalidad.

Hace unos días el presidente Raúl Castro en un discurso dirigido a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y difundido por todos los medios, se refirió a un doloroso incidente causado por errores en la aplicación de la política de cuadros y en relación hacia la religión, a propósito del caso de una dirigente con buenos resultados, militante comunista, que había sido depuesta de su cargo por asistir a cultos religiosos dominicales. El presidente reconoció que si era cierto que se habían cometido excesos en otros tiempos, en la actualidad este hecho obedecía a actitudes basadas en una mentalidad arcaica

No puedo negar que experimenté algo positivo dentro de mí al leer estas líneas y otras vinculadas al mismo tema, a la vez que afloraron espontáneamente a mi memoria los rostros de algunas personas que a lo largo de estos cincuenta años han sufrido, ellas y sus familias, daños quizás peores, que el de la citada ciudadana.

Y pensé, una vez más, en mi profesora de Geografía, pero también en aquel brillante joven que quería ser un psicólogo y que al concluir su bachillerato, le vetaron la carrera de sus sueños y mucho más acá, en ese absurdo e inexplicable censo de los niños con creencias religiosas que hacen cada curso en la escuela de mi hija de 11 años. He aquí solo una muy reducida muestra de los excesos aludidos.

Parafraseando un conocido refrán, me atrevo a decir que nunca es tarde…si las palabras llegan. Yo creo en la efectividad de la palabra hablada desde la cúspide del poder político de mi país, muchas veces superior a la de la ley escrita. Por eso me gustó escuchar lo expresado en el discurso. Y espero que no se considere sólo un error en la política de cuadros sino, principalmente, en la política ciudadana. Porque esa mujer, primero que todo, es un ser humano. Y es por ello que su dignidad es inviolable.

Ciertamente, para algunos –como para mi profesora de Geografía- ya es demasiado tarde, pero para otros, repito: nunca es tarde si las palabras llegan, si las palabras llegan a donde tienen que llegar, es decir, al corazón de aquellos que albergan prejuicios religiosos y a la voluntad de quienes sienten miedo de reclamar, de denunciar y de pronunciarse, como dice una amiga y hermana mía, para que juntos todos los cubanos, podamos construir una sociedad más justa y más fraterna en suelo patrio. ¿Habrá comenzado a ocurrir el milagro que tanto he esperado? El futuro dirá.

[NOTA: La historia principal que Bartolo refiere aquí se relaciona con la prohibición que le impusieron a Aracelis de continuar como maestra, sólamente por ser católica. Por este "pecado" ella fue forzada a trabajar en el correo de la ciudad y abandonar su profesión de educadora].

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